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Especial 50 aniversario
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02. Lo que va de 1965 a 2015
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El mundo ha vivido en el último medio siglo cambios extraordinarios. Desde el punto de vista geopolítico, se ha pasado de un mundo de dos bloques enfrentados, a una realidad geopolítica multipolar. España ha pasado de ser un país con rasgos de economía emergente, a conventirse en un estado homologado con el resto de sociedades desarrolladas. El sistema bancario español ha experimentado, durante ese periodo, un crecimiento extraordinario. El volumen actual de los activos de la banca multiplica por 370 el que existía hace 50 años.

El triunfo de la internacionalización


El medio siglo que va desde 1965 a 2015 se ha caracterizado por un proceso intenso de internacionalización de la economía, como se advierte en las estadísticas de los flujos comerciales y de inversión. El proceso ha sido impulsado por dos vías:

  • La expansión de las grandes empresas multinacionales (primero las de Estados Unidos, después las de Europa y Japón y ahora las de los países emergentes).
  • La creación de grandes áreas comerciales supranacionales (como la Unión Europea) que favorecen el libre intercambio de bienes y servicios.

Esa apertura al exterior se ha traducido en un mayor crecimiento económico, y en combinación con otros factores (como la revolución tecnológica, el asentamiento de las instituciones y el avance de los sistemas democráticos en todo el mundo) ha hecho posible una notable mejora de los indicadores de bienestar. El ejemplo más claro de ese progreso es el importante incremento de la esperanza de vida, que ha pasado de 56 a 71 años durante ese periodo.

Desde el punto de vista político, en 1965 el mundo estaba polarizado entre el capitalismo occidental y los países comunistas, pero se empezaban a observar grietas en ambos bloques. La guerra de Vietnam, que se inició en el mismo año de 1965, provocó una fuerte contestación en Estados Unidos, y en paralelo emergieron en Occidente iniciativas populares y culturales de protesta (el movimiento hippie, el Mayo del 68, el rock). Mientras, en los países de Europa del este se apreciaban fuertes corrientes de disidencia política que habrían de culminar en la represión de la Primavera de Praga en 1968.

En 2015, la realidad geopolítica está mucho más fragmentada. La caída del Muro de Berlín en 1989, la creciente influencia económica y política de los países en desarrollo (en especial, de China) y la inestabilidad en Oriente Próximo, han generado un escenario multipolar difícil de descifrar y en el que intervienen intereses contrapuestos muy complejos.


España, de país emergente a país desarrollado


En los últimos cincuenta años, la sociedad española ha realizado un viaje extraordinario. En ese medio siglo, España ha pasado de ser un país con rasgos de economía emergente y semiautárquica (fuerte crecimiento económico, elevada inflación, escasa apertura al exterior) a otro que puede ser homologado perfectamente con el resto de las sociedades occidentales desarrolladas en los principales indicadores socioeconómicos.

El resultado más sobresaliente de esa evolución ha sido el espectacular crecimiento del PIB per cápita (el cociente entre los recursos totales producidos y el número de habitantes), que medido en dólares se ha multiplicado por cuarenta. España ha pasado de ser así una economía de riqueza relativa media (en 1965 estaba muy lejos en PIB per cápita de los países europeos, Estados Unidos, Argentina, Australia o Canadá y en el mismo peldaño que Grecia, Chile o Uruguay) a situarse en un tramo alto, triplicando el promedio mundial.

Desde el punto de vista económico, 1965 fue el eje de un periodo de gran expansión. Tras la puesta en marcha de los planes de Estabilización y de Desarrollo, coincidieron en ese momento diversas circunstancias de gran efecto dinamizador en la economía: la mejora del nivel educativo de la población, el fomento del desarrollo industrial, las remesas de divisas procedentes del exterior, el impulso del turismo y la apertura al comercio internacional. Se consolidó así una etapa expansiva de década y media (entre 1961 y 1974 el crecimiento medio anual del PIB español fue del 7,3%) que concluiría con el estallido de la primera crisis internacional del petróleo.

Desde el punto de vista de la organización política, 1965 está considerado el principio de una fase de cierto nivel de aperturismo dentro del régimen franquista, encarnado por las tesis reformistas del ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, y que tuvo su expresión más tangible en la aprobación, ese mismo año, de la controvertida Ley de Prensa, que eliminaba la censura previa.

Cincuenta años después, la democracia está consolidada, España es un miembro más de las instituciones europeas y, con las inevitables convulsiones propias de una sociedad viva, el régimen político se prepara para afrontar una nueva etapa seguramente más participativa y plural.


El gran ‘boom’ del sistema bancario


La comparación entre las principales variables del sistema bancario español en 1965 y 2015 arroja diferencias que van mucho más allá de lo que se puede considerar una evolución razonable en tan dilatado periodo de tiempo. El volumen actual de los activos de las entidades de crédito multiplica por 370 el que existía hace 50 años; en el crédito, el factor es de 240; y en los depósitos, de 290. Como contraste, el múltiplo del PIB es de apenas 60. Esta evolución diferencial es un reflejo, por un lado, del muy incipiente estado de la banca española en 1965, y por otro del espectacular desarrollo que ha experimentado desde entonces.

Ese enorme salto cuantitativo (y también cualitativo) del sistema financiero empezó a fraguarse precisamente en la década de los sesenta. Tras el saneamiento del Plan de Estabilización, la economía española empezaba a carburar y necesitaba más recursos para apoyar su expansión. El hambre de financiación pudo ser satisfecha, entre otras razones, gracias al incremento de los depósitos bancarios, que entre 1965 y 1975 se dispararon hasta alcanzar un máximo histórico del 90% del PIB. Asimismo, con carácter ocasional, el Banco de España apoyó la creación de liquidez a través de medidas monetarias.

La entrada en vigor en 1962 de un decreto-ley que permitía la creación de bancos industriales y de negocio también facilitó nuevas vías para la financiación de las empresas a largo plazo. Hasta ese momento, el mecanismo de financiación estaba muy escorado al corto plazo.

Bankinter, que nació con el nombre de Banco Intercontinental Español, surgió precisamente al amparo de esa nueva legislación que, aunque restrictiva en algunos aspectos (las nuevas entidades no podían tener más de tres sucursales), tuvo un impacto muy positivo en el relanzamiento de la financiación de las actividades industriales.

El resultado de todo ello fue el rápido incremento de los activos del sistema bancario nacional, que en cuatro años se duplicaron en volumen. Solo en 1965, el total de crédito y cartera de valores subió un 25%. La tasa de aumento más elevada de la nueva financiación correspondió a la banca industrial, que por su reciente creación tenía un amplio margen de crecimiento. También subió con gran fuerza la financiación proporcionada por las entidades oficiales de crédito, lo cual confirma el apoyo de las autoridades al proceso de expansión acelerada de la economía española.

El aumento del tamaño del sector bancario español se prolongó ininterrumpidamente, a diferentes ritmos en función de la coyuntura económica, durante los siguientes 47 años. Esa trayectoria ascendente se quebró en 2013 como consecuencia de la crisis financiera. En ese ejercicio, el volumen de activos del sector bancario cayó un 11,6%, al pasar de 3,422 a 3,025 billones de euros. La contracción del balance se prolongó en 2014 y 2015. Entre 2008, año de inicio de la crisis, y septiembre de 2015 el descenso del activo fue del 13,2%, en gran parte provocado por una caída del crédito del 25,7%.



1969. Vista del Palacete de Bankinter, Sede Social del Banco, en el Paseo de la Castellana de Madrid.

La comparación entre las principales variables del sistema bancario español en 1965 y 2015 arroja diferencias que van mucho más allá de lo que se puede considerar una evolución razonable en tan dilatado periodo de tiempo. El volumen actual de los activos de las entidades de crédito multiplica por 370 el que existía hace 50 años; en el crédito, el factor es de 240; y en los depósitos, de 290. Como contraste, el múltiplo del PIB es de apenas 60. Esta evolución diferencial es un reflejo, por un lado, del muy incipiente estado de la banca española en 1965, y por otro del espectacular desarrollo que ha experimentado desde entonces.

Ese enorme salto cuantitativo (y también cualitativo) del sistema financiero empezó a fraguarse precisamente en la década de los sesenta. Tras el saneamiento del Plan de Estabilización, la economía española empezaba a carburar y necesitaba más recursos para apoyar su expansión. El hambre de financiación pudo ser satisfecha, entre otras razones, gracias al incremento de los depósitos bancarios, que entre 1965 y 1975 se dispararon hasta alcanzar un máximo histórico del 90% del PIB. Asimismo, con carácter ocasional, el Banco de España apoyó la creación de liquidez a través de medidas monetarias.

La entrada en vigor en 1962 de un decreto-ley que permitía la creación de bancos industriales y de negocio también facilitó nuevas vías para la financiación de las empresas a largo plazo. Hasta ese momento, el mecanismo de financiación estaba muy escorado al corto plazo.

Bankinter, que nació con el nombre de Banco Intercontinental Español, surgió precisamente al amparo de esa nueva legislación que, aunque restrictiva en algunos aspectos (las nuevas entidades no podían tener más de tres sucursales), tuvo un impacto muy positivo en el relanzamiento de la financiación de las actividades industriales.

El resultado de todo ello fue el rápido incremento de los activos del sistema bancario nacional, que en cuatro años se duplicaron en volumen. Solo en 1965, el total de crédito y cartera de valores subió un 25%. La tasa de aumento más elevada de la nueva financiación correspondió a la banca industrial, que por su reciente creación tenía un amplio margen de crecimiento. También subió con gran fuerza la financiación proporcionada por las entidades oficiales de crédito, lo cual confirma el apoyo de las autoridades al proceso de expansión acelerada de la economía española.

El aumento del tamaño del sector bancario español se prolongó ininterrumpidamente, a diferentes ritmos en función de la coyuntura económica, durante los siguientes 47 años. Esa trayectoria ascendente se quebró en 2013 como consecuencia de la crisis financiera. En ese ejercicio, el volumen de activos del sector bancario cayó un 11,6%, al pasar de 3,422 a 3,025 billones de euros. La contracción del balance se prolongó en 2014 y 2015. Entre 2008, año de inicio de la crisis, y septiembre de 2015 el descenso del activo fue del 13,2%, en gran parte provocado por una caída del crédito del 25,7%.

Madrid, 1971. Directivos y empleados del banco en distintas actividades durante los primeros aЦos de la entidad financiera.



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